viernes, 25 de abril de 2008

Varia Pasoliniana



Callaré, amigo, lo que, en cantos y episodios
y coros en lugar de fundidos,
escribiré sobre el silencio de Pílades
que se volverá revuelta
y traición,
contra el amigo de la adolescencia, el del miembro erecto,
Orestes, el príncipe socialista,
el degenerarse de ciertas Furias purificadas
y retiradas a los montes festivos en el cielo
y en el cielo perdidas;
el regreso de esas Furias vueltas al viejo estado
en la ciudad liberada, con ellas, de la monarquía;
el regreso de Electra,
hija que amó a su padre Rey, y ahora es fascista como
se es fascista en el sombrío recuerdo de orígenes defectuosos;
la huída de Pílades hacia los montes de las Furias vueltas Euménides,
las diosas de los partisanos
y del amor imprevisto que une a un partisano a otros partisanos;
la preparación de la lucha,
y el regreso al frente de un ejército irregular,
--el misterioso ejército de las montañas;
la alianza entre Electra fascista y Orestes liberal
y partidario de reformas,
en la ciudad que se volvió opulenta;
la intervención de Atenea
que protege a Electra y a Orestes,
niños de la razón
y los une, haciendo callar el ulular de las Furias antiguas
que vagan por la nueva ciudad;
la incertidumbre de Pílades
ante la ciudad enriquecida
que ya no necesita más de Él;
su encuentro,
la noche de la víspera de la batalla,
con el viejo amigo de la adolescencia,
detenido en su juventud,
bello como en los tiempos de sus primeros amores
cuando las mujeres eran desconocidas;
y también su abandonarse a discursos sobre el alma y el amor
que nada tienen que ver con la realidad presente
que los vuelve a unir;
y, por último, la soledad de Pílades,
al final de la noche,
que, antes del alba, deberá
no obstante, tomar una decisión.
¿Crees acaso que se puede tener un sueño, no recordarlo,
y sin embargo por Él, cambiar la vida?
¿Crees que un padre pueda tener un sueño
en el cual
se ve amar a su hijo,
no sé bajo cuál apariencia,
ya sea el padre mismo, de joven,
o un extraño
que es el padre del padre (joven),
o la identificación en sí de su propia madre...
Nadie
ni yo, conocerá jamás este sueño.

No hay comentarios: